miércoles, 30 de mayo de 2007

SGTM #1: The Beatles - Revolver

Queridos amigos,
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La revisión musical de Sounds Good To Me se iniciará con un superclásico de la música popular del siglo XX: Revolver, de The Beatles (1966).
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El domingo pasado escuchaba una entrevista por televisión hecha al músico argentino Pedro Aznar, quien recordaba que la primera vez que escuchó Revolver, se preguntaba si efectivamente alguien no le estaba haciendo una broma, ya que este álbum no le sonaba parecido en nada a los registros previos de The Beatles.
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Efectivamente, atrás habían quedado los "yeah, yeah, yeah" y los covers de Rock & Roll, para dar paso a letras más maduras y reflexivas, acompañadas de arreglos musicales revolucionariamente distintos a todo lo que se había hecho hasta entonces.
Ciertamente, la metamorfosis de The Beatles no comenzó con Revolver. Las mutaciones revolucionarias a la música popular introducidas por The Beatles se empiezan a notar desde temprano, como queda en evidencia en las letras de "There's A Place" y en la estructura melódica de "Not A Second Time", ambas canciones de 1963. Tampoco es posible ignorar las mágicas armonías vocales presentes en "If I Fell" (A Hard Day's Night, 1964), y si hay un track que se puede llamar precursor del folk-rock (y que me excusen los incondicionales de The Byrds, que argumentarán que nada parecido existió antes de que Jim McGuinn en 1965 electrificara "Mr. Tambourine Man" de Dylan), ese es "I'm A Loser", del disco Beatles For Sale de 1964.
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"Yesterday" (Help!, 1965) recibe un encamado de cuerdas que sutilmente destaca, en lugar de opacar, la belleza de la melodía original, ejecutada exclusivamente por Paul McCartney en guitarra acústica y voz (¡una canción solista en el álbum de una banda!). Rubber Soul, un poco después ese mismo año, permite a The Beatles explorar intrumentos nuevos (como el sitar en "Norwegian Wood" y el fuzz-bass en "Think For Yourself"), tocando al mismo tiempo rock adolescente ("Drive My Car", "Run For Your Life"), country-rock ("What Goes On?"), y melodías suaves con toques de música docta ("Girl", "Michelle", "In My Life"). No, definitivamente The Beatles no estaba para hacer lo mismo que el resto de las bandas.
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Sin embargo, Revolver, ya por mero formato, es un álbum distinto. Antes y después de él, cada álbum de The Beatles se inicia con una canción de John Lennon y Paul McCartney. En este caso, los fuegos son abiertos por George Harrison y su proclama contra los abusivos impuestos, "Taxman". Es en este álbum donde George muestra por primera vez que puede convertirse en un compositor de la talla de Lennon-McCartney. De hecho, Harrison aporta 3 de las 14 canciones del álbum, proporción que no se repetiría en ninguna otra ocasión. Su "Taxman" es beligerantemente incendiario, a partir de la crítica situación impositiva a la que el fisco británico tenía sometida a la banda. Sus letras, dirigidas a Harold Wilson (líder del Partido Laborista) y Edward Heath (líder del Partido Conservador) por la onerosa tasa impositiva de 95% impuesta a sus ganancias ("should 5% appear too small, be thankful I don't take it all") está acompañada de un infeccioso riff rockero reminiscente de los clásicos "Drive My Car" y "Day Tripper". Rock melódico con guitarras pesadas, letras llenas de contenido específico -donde cada palabra cuenta-, y armonías vocales. ¡Hey! ¿No es esa la definición musical del punk? The Beatles lo hicieron, primero y mejor.
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A continuación se nos regala el single promocional del álbum, "Eleanor Rigby". La historia sobre una anciana solitaria que ayuda en el templo y muere sola, se constituye en llevar la pena a niveles de obra maestra. McCartney, tal como en "Yesterday", actúa como solista, esta vez armonizando con George y John, todos cantando sobre el bello octeto de cuerdas arreglado por el productor George Martin. ¿Qué banda en 1966 era capaz de "volarte la cabeza" con un rock absolutamente proto-punk para después sutilmente encantarte con un octeto de cuerdas? Definitivamente, nadie aparte de The Beatles.
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Si se había hecho un primer guiño a la incipiente psicodelia a través de "Norwegian Wood" en 1965, para 1966 The Beatles ya habían adoptado completamente la experimentación sónica, las cintas reversadas, y las voces distorsionadas, todo en perfecta armonía. "I'm Only Sleeping", un tema pop psicodélico puro y concentrado, es una bella muestra de por qué John Lennon era realmente un revolucionario. La revolución de Lennon no radica, a mi humilde juicio, en sus posiciones políticas o en lo inteligentemente crítico de sus letras, sino en lo creativo de sus arreglos. Como se evidencia en las grabaciones de archivo recopiladas en Anthology, "I'm Only Sleeping" era una simple canción acústica, casi simplona, con letras dedicadas a la flojera para levantarse. Sin embargo, al evolucionar su arreglo, Lennon distorsiona su voz natural (de la cual jamás se declaró a gusto), disfrazándola con un tizne de adormecimiento muy acorde con las letras, y acompañándose por los celestiales coros de Harrison y McCartney, terminando por añadir un solo de guitarra grabado al revés (con la cinta reversada). Hoy no es raro escuchar una cinta reversada, pero sigue siendo cool. En aquella época, no tan sólo era cool, sino también profundamente novedoso.
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George Harrison presenta a continuación su segunda composición para el álbum, una psicodélica obra inspirada en la música india, llamada "Love You To". Esta canción, ejecutada fundamentalmente en sitar por Harrison, acompañado de Anil Bhagwat en tabla y Ringo Starr en pandero, es un notable precursor de lo que hoy conocemos como world music, con sus inusuales tempos e instrumentación, y tiene un aire -a los oídos de vuestro servidor- a la vez siniestro y espiritual. Las letras parecieran tratar temas espirituales ("A lifetime is so short, a new one can't be bought"), de decepción ("There's people standing round/Who'll screw you in the ground/They'll fill you in with all their sins, you'll see"), y de "amor libre" en el contexto del Swinging London de los sesentas ("Make love all day long/Make love singing songs", y "I'll make love to you/If you want me to"). Aunque quizás no sea la mejor canción del género que Harrison haya escrito (a mi juicio, ese título pertenece a la maravillosa "The Inner Light", de 1968), es el primer intento consciente de escribir una canción/raga para sitar, y es notable en ese respecto.
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McCartney prosigue a través de una dulzonamente linda balada de su autoría, llamada "Here, There & Everywhere". Comentario 100% no-objetivo: me fascina, y se me erizan los pelos al escucharla conscientemente. Me es difícil no regocijarme ante el sentido estético de Paul. La canción ideal para aquél quien está enamorado y es correspondido: "Each one believing that love never dies/Watching her eyes/And hoping I'm always there".
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El single del álbum, "Yellow Submarine" (editado en doble cara-A con "Eleanor Rigby") es fácilmente la peor canción del disco. Cantada por Ringo y escrita por Paul, es esencialmente una canción de fogata para los niños, con efectos de sonido, y una melodía pegajosa. Pero, objetivamente hablando, al lado de las otras 13 maravillas de las que está rodeada en esta colección, esta canción simplemente no está al mismo nivel.
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Cada uno de los lados de vinilo es cerrado por una obra psicodélica de John Lennon. El lado 1 culmina con "She Said, She Said", inspirada en un viaje lisérgico de Peter Fonda. De hecho, parte del diálogo entre Fonda y Lennon se reproduce en la letra (Fonda habría afirmado "I know what it's like to be dead", a lo que John habría respondido con "Who put all that crap in your head?", lo que en la canción fue suavizado, reemplazando "that crap" por "those things"). La melodía es llevada por un bajo muy bellamente dibujado por McCartney, y unas guitarras ligeramente distorsionadas y muy elegantemente arregladas. Sin embargo, el encanto de la canción radica en la belleza de los arreglos vocales. ¡Qué manera de sellar un lado de álbum!
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Al dar vuelta el disco de vinilo (o la cinta de cassette, en mi caso), McCartney abre con "Good Day Sunshine". Debo confesar que soy de las pocas personas que conozco que no disfruta *tanto* de esta canción, aunque me gusta de todos modos. Es raro, porque tiene una melodía pegajosa, un piano fascinante, y una letra sobre lo fantástico que es sentirse bien. Quizás es lo que pasa al quejarse "de llenos", cuando el resto del álbum, con la sola excepción de "Yellow Submarine", es tan maravilloso. Es una canción entretenida, pero no mucho más, en mi humilde opinión.
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A continuación viene una canción que tiene un significado muy especial en mi vida: "And Your Bird Can Sing". Cuando de pequeño veía los dibujitos animados de The Beatles, ésta era la canción de los créditos, y para mi gusto no existía nada mejor que ella. Una densa capa de guitarras sobre la cual Lennon entrega una performance vocal simplemente genial. La melodía es endemoniadamente pegajosa, y la letra es muy fácil de memorizar. Esta canción habría sido un número uno si cualquier artista la hubiese sacado como single, pero The Beatles se dieron el lujo de dejarla como un track más del álbum. Simplemente genial.
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Paul sigue con "For No One", una de sus obras maestras. Si George estaba obsesionado con la fusión entre la música india y la popular, Paul lo estaba por la fusión entre la música popular y la docta. Esta bella y triste canción, cuya letra trata sobre el fin de una relación amorosa, tiene un bellísimamente hipnótico pulso de vals, coronada por un solo de corno. Majestuosa.
John Lennon ofrece "Dr. Robert", una oda a su dentista, quien le dio a probar el ácido lisérgico por primera vez. Una interesante melodía principal es seguida por un ingeniosísimo middle-eight (la parte donde se canta "Well, well, well, you're feeling fine/Well, well, well, he'll make you"), que siempre me ha dado la impresión de ser una mezcla entre un raga indio y una pieza tradicional para gaita, ¡pero sin tener instrumentos indios ni escoceses!
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George Harrison entrega su tercera y última canción del álbum: "I Want To Tell You", que en su letra refleja la dificultad que tiene para escribir líricas que le llenen el gusto. Esta canción la hacen los coros, lo cual queda demostrado en las versiones en vivo de esta canción (de la gira japonesa de 1992 de George con Eric Clapton), donde la canción pierde mucha de su fuerza original por la carencia de los coros de Lennon y McCartney. Notable.
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Paul, por su parte, nos deleita con una brillante pieza inspirada por las grabaciones del sello Motown en Estados Unidos, con un arreglo de vientos fantástico, "fiestanguero" y elegante a la vez. En sus giras con posterioridad a The Beatles, McCartney ha retornado a esta composición repetidamente, ya sea como miembro de Wings o como solista, y se ha demostrado como un ideal de apertura de show por su extraordinaria energía. Igual que "And Your Bird Can Sing", y la mayoría de las canciones de este disco, podría haber sido un single, y habría llegado al número uno sin problemas. Pegajosa y entretenida. Absolutamente memorable.
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Para concluir, Lennon entrega su lectura del Libro Tibetano de Los Muertos en forma de canción, "Tomorrow Never Knows". Aunque melódicamente es sorprendentemente simple (se utiliza sólo un acorde a lo largo de toda la canción), lo saturado de los arreglos, lleno de impresionantes trucos de estudio y experimentación al máximo, transforma a este track en una joya de la psicodelia. Un ritmo de batería propio de acabo de mundo, sumado a una voz sumamente distorsionada, y un nido de guitarras reversadas y de ruidos extraños hacen de esta canción una pieza difícil de absorber de buenas a primeras, pero un gusto adquirido difícil de abandonar una vez adoptado. Qué manera más impresionante de cerrar el LP.
Probablemente Revolver sea el LP que terminó de revolucionar el concepto de álbum como una obra completa, y no como una mera recopilación de singles y rellenos. De aquí en más, la música popular nunca volvería a ser la misma.
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Cordialmente,
BFQ

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